Muchas personas tenemos claro, al menos en teoría, de que somos creados a imagen y semejanza de Dios, creados por amor. Sin embargo, muchos discursos procuran instalar lo contrario. Ante la situación de pobreza, inseguridad, inflación, etc., se suma la polarización de la dirigencia política y social, fenómeno que viene generando, cansancio, decepción y cierta crispación e impotencia a la vez.
Con el lema “Mi vida por la suya” (Beata Laura vicuña), realizamos esta actividad tan querida por la Iglesia que es la misión y, en el caso de nuestro Seminario, la misión anual de invierno que venimos desarrollando en distintas zonas de la diócesis como así también en instituciones de promoción social y centros de salud: hospitales, cárceles, centros de rehabilitación, cottolengo, etc.
Vayan y prediquen el Evangelio” (cf. Mt 28,19).
A cada persona que lea esta breve columna de opinión y aporte quiero hacerles una invitación. Especialmente al laicado: ¡Es tiempo de ser protagonistas! Este tiempo lo necesita, lo exige… lo espera. Estamos llamados a un protagonismo tantas veces mencionado y pocas veces animado.